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miércoles, 26 de septiembre de 2012

CATEQUESIS DOMINGO 26 DEL AÑO (B)


DOMINGO 26 DEL AÑO (B)
“ser discípulo es no ser rival”

Liturgia:
Números 11, 25-29; Santiago 5, 1-6;
Marcos 9,38-43.45.47-48

Introducción:
La semana pasada vimos que Jesús no quería que la gente supiese que él se iba a Cafarnaúm con sus discípulos. Él quería estar a solas con ellos para instruirlos en la verdad; prepararles el corazón para lo que vendría. Con el evangelio de la semana pasada dimos inicio  a las instrucciones de Jesús respecto de lo que es ser discípulos del Reino y hemos aprendido la primera característica del discipulado: ser humildes.
Hoy la liturgia sigue con el mismo tema y Jesús también. Él nos dirá cuál será la segunda característica que debemos tener para seguir siendo verdaderos discípulos. El corazón del discípulo no puede estar lleno de rivalidad, ni de autosuficiencia ni orgullo, tampoco la soberbia, las cosas que lo llevarían al pecado.

Ahora leeremos un cuento que nos ayudará a pensar sobre nuestro ser discípulo en el mundo de hoy. El cuento se llama “EL AMUERZO CON DIOS”.

Un niño pequeño quería conocer a Dios; sabia que era un largo viaje hasta donde Dios vive, así que empacó su maleta con tortas y refrescos, y empezó su jornada.
Cuando había caminado como tres cuadras, se encontró con una mujer anciana. Ella estaba sentada en el parque, solamente ahí parada contemplando algunas palomas.
El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta. Estaba a punto de beber su refresco, cuando notó que la anciana parecía hambrienta, así que le ofreció un pedazo de torta.
Ella agradecida aceptó la torta y sonrió al niño. Su sonrisa era muy bella, tanto que el niño quería verla de nuevo, así que le ofreció uno de sus refrescos.
De nuevo ella le sonrió. ¡El niño estaba encantado!
Él se quedó toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de los dos dijo nunca una sola palabra, mientras oscurecía, el niño se percató de lo cansado que estaba, se levantó para irse, pero antes de seguir sobre sus pasos, dio vuelta atrás, corrió hacia la anciana y le dio un abrazo.
Ella, después de abrazarlo le dio la más grande sonrisa de su vida.
Cuando el niño llegó a su casa, abrió la puerta. Su madre estaba sorprendida por la cara de felicidad. Entonces le preguntó: Hijo, ¿qué hiciste hoy que te hizo tan feliz?
El niño contestó: ¡Hoy almorcé con Dios!...
Y antes de que su madre contestara algo, añadió: ¿Y sabes qué? ¡Tiene la sonrisa más hermosa que he visto!
Mientras tanto, la anciana, también radiante de felicidad, regresó a su casa. Su hijo se quedó sorprendido por la expresión de paz en su cara, y preguntó:
-Mamá, ¿qué hiciste hoy que te ha puesto tan feliz? La anciana contestó:
-¡Comí con Dios en el parque!... Y antes de que su hijo respondiera, añadió:
-¿Y sabes? ¡Es más joven de lo que pensaba!

¿Qué cosas podemos resaltar del cuento? ¿Cómo relacionar el cuento con nuestra vida diaria?

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martes, 25 de septiembre de 2012

: dinamica del tema de jesus sacramento del padre

ASUNTO*:dinamica del tema de jesus sacramento del padre
:dios te bendiga.jpg
*:<br /> estoy ocupando un abuena dinamica para niños del catesismo de 9-y 10 años vereos sobre el tema jesus sacramento del padre DIOS los bendiga
Nick/Nombre*:cecy
*:santuario de guadalupe
Participo del grupo de::Catequistas



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miércoles, 19 de septiembre de 2012

CATEQUESIS 25 DOMINGO DEL AÑO (B)


DOMINGO 25 DEL AÑO (B)
“ser discípulo es ser humilde”

Liturgia:
Sabiduría 2, 12. 17-20; Santiago 3, 16 – 4,3;
Marcos 9,30-37

Introducción:
Con la lectura del evangelio del domingo pasado y la pregunta que nos hace Jesús a cada uno en particular, para ustedes ¿quién soy Yo?, llegamos al centro del Evangelio de Marcos. A partir de este domingo, Jesús deja de hablar de modo directo a la multitud y habla específicamente a sus discípulos, instruyéndolos en cómo deben ser para dar continuidad a su obra en el mundo. Dentro de la vida cristiana no debe existir la disputa entre sus miembros, no existe el “más grande” con el sentido del mundo, sino que Jesús les enseña que una de las principales características de aquellos que desean ser discípulos suyos es la humildad.

Prestemos atención al cuento que sigue y descubramos de él lo que podemos rescatar para nuestra vida.

Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aun así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.

¿Cuál es la realidad que nos muestra el cuento?
¿Hay cosas parecidas entre nosotros? ¿Qué ejemplos podemos dar?
Para nosotros, ¿qué significa ser humildes?

El cuento nos muestra una realidad que la vemos a menudo en el mundo actual. De cierto, podemos tener momentos que nos llenan de orgullo por haberlo hecho o dicho. El problema es generado cuando el orgullo, esa sensación de placer que sentimos, toma posesión de nuestra vida y pasamos a pensar que somos los mejores, que los demás no tienen las mismas capacidades, que los otros no llegan a nuestros pies. Dios muchas veces actúa como el zorro en nuestra vida y nos da la posibilidad de darnos cuenta que no somos los más importantes, sino que la importancia de nuestra vida está en la capacidad de hacernos “pequeños” para que los “pequeños” puedan descubrir que también son “grandes”.

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CATEQUESIS DOMINGO 24 DEL AÑO (B)


DOMINGO 24 DEL AÑO (B)
“para vos, ¿quién soy yo?”

Liturgia:
Isaías 50, 5-10; Santiago 2, 14-18;
Marcos 8,27-35


Introducción:
Al reconocer a Jesús como el Hijo de Dios y asumir que él hace todo bien hecho (la semana pasada) al igual que Dios y que con su acción él está realizando y actualizando la creación, dando un sentido nuevo y enderezando el rumbo de nuestra vida, somos llamados a salir de una simple afirmación para entrar en la experiencia de vida. Este domingo somos llamados a reconocer y a profesar la fe en Jesús desde lo que sentimos, vivenciamos y experienciamos estando en su compañía.
La pregunta fundamental será ¿quién soy para ustedes? A esa altura ya no tiene sentido una respuesta retirada del catecismo o una respuesta dada por la catequista. Más de seis meses estamos en su compañía, encontrándonos con él domingo tras domingo. Lo conocemos, sabemos de su poder, de amor, su misericordia y de todo su afecto hacia cada uno de nosotros.
Para responder a esa pregunta tenemos que buscar la respuesta en nuestro corazón, no en la consciencia.

Cómo siempre lo hacemos, escucharemos un cuento para ayudarnos a pensar cosas de nuestra vida que serán iluminadas por la Palabra de Dios. El cuento de hoy se llama: “EL HIJO”.

Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección; desde Rafael hasta Picasso. Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte.  Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra.
Fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. 
Un mes más tarde, justo antes de la Navidad, alguien tocó a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre: Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida.
Él salvó muchas vidas ese día, me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo  así instantáneamente. Él hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte.
El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete: "Yo sé que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto."
El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. Él contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atrapado por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lágrimas.
Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro. “¡Oh no, Señor, yo nunca podría pagarle lo
que su hijo hizo por mí! ¡Es un regalo!” El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea.
Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería.
El hombre murió y unos meses más tarde se anunció una subasta con todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección. Sobre  la plataforma estaba el retrato del hijo.
El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta: "Empezaremos los remates con este retrato del hijo, ¿quién ofrece por este retrato?" Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación grito: "Queremos ver las pinturas famosas, olvídese de esa".
Sin embargo el subastador persistió: "¿Alguien ofrece algo por esta pintura? ¿$100.00? ¿$200.00?"
Otra voz gritó con enojo: "No venimos por esa pintura, venimos por... los Van Goghs, los Rembrandts. Vamos a las ofertas de verdad".
Pero aun así el subastador continuaba su labor: "El Hijo, El Hijo, El Hijo... ¿Quién se lleva El hijo?"
Finalmente una voz se oyó desde atrás, el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, ofreció lo único que podía ofrecer, $10. 
"Tenemos $10 ¿Quién da $20?", grito el subastador."
La multitud se estaba enojando mucho.  No querían la pintura de "El Hijo". Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: "Va una, van dos,  VENDIDA por $10".
"¡Empecemos con la colección!", gritó uno. El subastador soltó su mazo  y dijo: "Lo siento mucho, damas  y caballeros, pero la subasta llego a su final"
Pero, ¿y las pinturas?", dijeron los interesados.
"Lo siento", contestó el subastador: "Cuando me llamaron para conducir esta Subasta, me dijeron de un secreto estipulado en el testamento del dueño."
Yo no tenía permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de "EL HIJO" sería subastada. Aquel que la aceptara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas.
El hombre que aceptó quedarse con "EL HIJO",  se queda con TODO".

¿Qué podemos rescatar del cuento? En nuestra vida, ¿a qué valoramos?
¿Qué se entiende cuando el cuento dice, “el que se queda con el hijo se queda con todo”?

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martes, 4 de septiembre de 2012

SEGUNDO ENCUENTRO DEL SEMINARIO



El grupo ANUNCIARTE vino en el segundo encuentro del Seminario de Formación Permanente para Catequistas con toda animación y entusiasmo.
Comenzó con la dinámica que está en el video, invitándonos a subir a la montaña, allí descubrir quién es Jesús para nosotros los catequistas.
Todo el encuentro fue en este contexto y podemos rescatar que:
En la catequesis no estamos solos, Jesús es nuestro compañero fiel, pero además no podemos olvidarnos de los catequizandos (padres y niños) que también están llamados a subir para el encuentro con el Señor.
Cuando estamos demasiado preocupados por los contenidos, perdemos de vista las necesidades de nuestros catequizandos que en la subida se cansan, se agotan, tienen sed y hambre.
Al descubrir quién es Jesús, a través de la revelación del Padre: "Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo", nos damos cuenta que Jesús también se nos presenta como hijo en cada catequizando y debemos cuidarlo, conducirlo.
Dentro de nuestros trabajos y encuentros, no estamos solos, hay un grupo que nos acompaña y que debemos trabajar en conjunto, debemos saber escuchar las voces de otros para crecer, crear armonía, una melodía que nos anime a seguir.
Al final, descubrimos que somos los recursos de Dios. Cuántas veces estamos buscando recursos en los libros para trabajarlos con nuestros catequizandos y nos olvidamos que Dios nos quiere trabajar, quiere usarnos como sus recursos en la transmisión de la fe. Cuando dejamos que Dios nos trabaje, modele, cuando nos hacemos arcillas en sus manos, todo es más creativo y efectivo.

A continuación, algunas fotos del Segundo Encuentro.








PRIMER DIA DEL SEMINARIO

EL PRIMER DIA DEL SEMINARIO DE FORMACIÓN PERMANENTE SIRVIO PARA ABRIR EL CAMINO HACIA LA CIMA.

EL TEMA ABORDADO FUE LA CREATIVIDAD EN LA CATEQUESIS. TRABAJAMOS ALGUNOS PUNTOS DE LAS ORIENTACIONES PARA EL TRIENIO.

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Enviado desde mi Nokia N9

CATEQUESIS 23 DOMINGO DEL AÑO (B)




DOMINGO 23 DEL AÑO (B)
“Jesús, todo lo hace bien hecho”

Liturgia:
Isaías 35, 4-7a; Santiago 2, 1-5;
Marcos 7,31-37

Introducción:
Desde el domingo pasado volvimos a escuchar el Evangelio de Marcos, y con él, somos llamados una vez más a entrar en una relación que debe producir en nosotros el conocimiento de Jesús a través de los varios signos realizados por él y podamos responder desde la vivencia quién es él para nuestra vida.
La liturgia de esta semana nos presentará, de modo concreto, la práctica de la verdadera religiosidad,- abordada la semana pasada – y brindará la posibilidad de descubrir si estamos sordos al mensaje de la Buena Noticia.

Para entrar en el tema de la liturgia, y pensar un poco respecto de nuestra vida cristiana, escuchemos un cuento y compartamos lo que de él aprendemos. El cuento se llama “EL VENDEDOR DE GLOBOS”

Era una vez un niño negro y pobre que ya había sufrido mucho por su condición. Un día ese niño contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por lo tanto no era una persona conocida. 
En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo. 
Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco... Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo... 
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano. 
Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás? El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: Hijo, no es el color lo que hace subir. Es lo que hay adentro. 

¿Qué cosas podemos resaltar de este cuento?
¿Qué condiciones tenía el niño? ¿Él sufría por su condición o por otros motivos? ¿Cuáles?

Lo que sufre el niño del cuento no es una enfermedad, sino la discriminación por ser pobre y negro. Muchas veces en nuestra vida cristiana no discriminamos por el color y a veces no nos damos cuenta que hacemos acepción de personas. Hacer acepción es discriminar, separar, agrupar como diferente de nosotros.
Entre nosotros, ¿nos diferenciamos de los demás? ¿Distinguimos los grupos?

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CATEQUESIS DOMINGO 22 DEL AÑO (B)



DOMINGO 22 DEL AÑO (B)
“seguir a dios o a las tradiciones humanas”

Liturgia:
Deuteronomio 4,1-2.6-8; Santiago 1, 17-18.21b-22.27;
Marcos 7,1-8ª.14-15.21-23


Introducción: Después de un largo rato reflexionando con el Evangelio de Juan respecto del Pan de Vida y la pregunta que nos hace Jesús si lo seguimos o queremos macaharnos, volvemos al Evangelio de Marcos. El contenido del Evangelio de esta semana viene, de cierta manera, a aclarar lo de la semana pasada, porque ahora tenemos que pensar si vale la pena estar aferrados a las innúmeras tradiciones creadas por nosotros en detrimento del verdadero vivenciar de los mandamientos de Dios.
Existen muchas tradiciones que marcan épocas, estilos, vivencias. Hay tradiciones nacionales, regionales, familiares, culturales, religiosas, etc. ¿Qué es la tradición?: Podemos definirla como: La acción de trasmitir algo y, además, todo aquello que se trasmite. La tradición, aunque exprese mucho, no es más que lo que se pretende expresar con ella.

Pensemos un poco a partir de un hecho que pasó en una parroquia importante:

El Obispo designó un sacerdote recién ordenado a una parroquia importante como párroco. Allí se encontró con una parroquia dividida. Durante la plegaria eucarística la mitad de los feligreses permanecían de pie y la otra mitad de rodillas. Cada grupo insistía en que su tradición era la verdadera. En el momento de la comunión había un grupo que comulgaba de rodillas y en la boca, otro grupo que comulgaba en la mano. Todos se criticaban entre sí, por respetar la tradición o por no hacerle caso.
El sacerdote, cómo no sabía qué hacer para solucionar eso, toma un miembro de cada grupo: de los que se arrodillan en la plegaria y de los que permanecen de pie, de los que reciben la comunión en la boca y de los que la reciben en la mano, y los llevó a hablar con el Obispo.
Sr. Obispo, ¿no es verdad que la tradición de arrodillarse durante la plegaria eucarística ha sido siempre la correcta? No, esa no fue siempre la tradición, contestó el Obispo.
Entonces, estar de pie fue y es la tradición correcta, dijo el miembro de los de pie.
No, contestó el Obispo, esa no fue la tradición.
Sr. Obispo, ¿no es verdad que no somos dignos de tocar a Jesús con la mano? Sí, es verdad, le contestó el obispo. Entonces, siguió, ¿no es prudente que comulguemos en la boca? No, dijo el obispo, esa también fue la tradición.
El último dijo: entonces, ¿lo más conveniente no sería en la mano? No, también eso es tradición, le respondió el obispo.
Sr. Obispo, dijo el párroco, no entendemos. ¿Qué es lo más correcto?
El obispo dijo: en las cosas y en las tradiciones de los hombres siempre habrá discusiones y pequeñas guerras. Nosotros hemos heredado múltiples tradiciones. Todas son hermosas y buenas, pero…
No podemos olvidar que todas esas tradiciones son medios para un fin. Lo más importante es el fin de las cosas y por ese fin, podemos aprender a soportar, aceptar y comprender a los demás.
Cada uno se aferró a una tradición y se olvidaron de lo esencial, Jesús se da a todos.

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